Mejorar la vida después del daño cerebral sobrevenido

06 Feb 2012

Las cosas no son lo que eran. La vida es más compleja y, a la vez, más perfecta en la solución de problemas que hace no demasiados años se percibían como irresolubles. Hoy todo es más complicado, pero, a la vez, todo (casi) tiene una solución directa o, al menos, mejorable de (casi) todos los daños que se causan.


Hablar del imparable progreso en el ámbito de la medicina y la salud es innecesario en este momento. Sin embargo, hay sucesos y situaciones que distan mucho de encontrar una solución definitiva cuando acontecen y sobre los que todas las inversiones de investigación y desarrollo son pocas. Situaciones que más allá del extraordinario esfuerzo que las instituciones privadas y científicas están desarrollando, no cabe duda que merecerían un interés mucho mayor  no solo por parte de los gobiernos nacionales y transnacionales sino de toda la humanidad en general consciente de la fragilidad de nuestra existencia encerrados en un cuerpo físico que a veces se rompe.


Efectivamente, la búsqueda de mejores soluciones a los problemas ya conocidos debe ser una exigencia a nivel global y, en lo concreto, a nivel de cada persona o equipo que, de cualquier forma, se dedique a proveer servicios para facilitar el bienestar de otros semejantes.
La lesión cerebral sobrevenida, por ejemplo, es un problema que cada vez es más frecuente en una sociedad que vive una vida compleja y, en muchos aspectos, desenfrenada. Según la Sociedad Española de Neurología, cada seis minutos aproximadamente se produce un ictus en España, siendo la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda en hombres. Cifra que debe hacer pensar en la relevancia que una asistencia eficaz y adecuada a este tipo de lesiones puede tener a corto, medio y largo plazo.


En Casaverde sabemos que la rapidez en el tratamiento y la aplicación de una rehabilitación multidisciplinar en los pacientes son claves para tratar de mejorar la vida presente y futura de los afectados, sea por lesión neurológica o traumatológica.


Creemos en una rehabilitación que aúne los mejores esfuerzos de médicos rehabilitadores, neurólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, neuropsicólogos y logopedas de forma que una perfecta coordinación de todos ellos repercuta de forma ostensible en el bienestar del paciente. Lógico, ¿no? Pues bien, este planteamiento integral de la multidisciplina a favor de la rehabilitación solo es posible con un estudio exhaustivo y cuidadoso de las circunstancias específicas de cada paciente. No valen los patrones genéricos. Y eso exige un esfuerzo máximo por parte de facultativos, familiares y, desde luego, del propio paciente. Un grupo de héroes que tiene que sacar adelante un proyecto: la vida futura del lesionado.


Es en esta búsqueda constante de los mejores recursos y tratamientos posibles, donde nace la Fundación Casaverde para la investigación y desarrollo de técnicas avanzadas de rehabilitación y que ya cuenta con cinco años de vida en los que se han abierto diversas líneas de trabajo que, gracias a la colaboración de la comunidad científica de universidades españolas muy pujantes en investigación, está comenzando a dar sus primeros frutos prácticos.


Uno de los más llamativos es la investigación para la aplicación de robots en el proceso de rehabilitación física y neurológica denominado, muy acertadamente, AUPA. Se trata de un proyecto realizado por la Fundación Casaverde en colaboración con el Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche durante los últimos tres años.


El robot AUPA realiza funciones de rehabilitación "aprendiendo" de las instrucciones, precisión y sensibilidad del terapeuta y "adaptándose" a la circunstancia específica de cada paciente, de forma que cada tratamiento es personalizado. Pero va más lejos. El uso de esta técnica mediante robot, que se puede usar tumbado o sentado, se complementa con una proyección de realidad virtual justo delante del paciente y donde puede ver en tiempo real cómo influyen con sus movimientos en escenarios diferentes, lo que genera un elevado índice de motivación y de adherencia al tratamiento.


Como comentaba antes, ésta es una pieza más dentro de un sistema multidisciplinar, no cerrado, en constante evolución que incorpora las técnicas y tratamientos que mejor ayuden al mayor bienestar integral posible en cada caso para el paciente. Una sana insatisfacción que nos empuja cada día.


El desafío está ahí y todos debemos ser conscientes de la enorme necesidad de contar con profesionales, centros de referencia y técnicas avanzadas para paliar en lo posible los daños que estos traumas pueden causar de forma definitiva en la vida de cualquiera.

FUENTE: INFORMACION.ES