“VERLOS SONREÍR ES UNA GRAN RECOMPENSA”

25 Nov 2017

Cuando en España se avanza en integración socio-laboral, en medicina y terapias, y en eliminación de barreras arquitectónicas, en países como Nicaragua, discapacidad sigue siendo sinónimo de aislamiento. Una situación contra la que lucha Familias Especiales de Matagalpa como comprobó en su experiencia de voluntariado la colegiada de COFICAM, Lorena de Rozas.

Lorena de Rozas, colegiada de COFICAM, especialista en neurología infantil y terapia acuática, conoció el proyecto de Familias Especiales de Matagalpa (Nicaragua) (FE), a través de una amiga, que le informó de la colaboración existente entre la Universidad de Gimbernat de Barcelona y esta organización sin ánimo de lucro.

      Aunque se interesó por proyectos de cooperación desde el mismo momento que los conoció durante la universidad, motivos laborales impidieron que tomara la decisión de participar. Hasta el pasado verano, cuando hizo las maletas para diez semanas, sin saber que viviría una de las experiencias más enriquecedoras de su vida, tanto personal como profesionalmente.

     Familias Especiales Santa Julia Billiart (FE) Diócesis de Matagalpa es una organización sin ánimo de lucro que trabaja con niños, adolescentes, jóvenes y sus familias, con el fin de ayudar en su desarrollo integral. FE inició su andadura en 1996 en la ciudad de Matagalpa (Nicaragua) cuando el Obispo de la Diócesis invitó a las Hermanas de Notre Dame a trabajar con las familias que tenían niñas y niños con discapacidad, un sector de la población que no estaba siendo atendido.

     Las Hermanas comenzaron a realizar visitas domiciliarias a las familias que tenían niños con discapacidad y se quedaron sorprendidas por las condiciones de vida que estas tenían. “Eran como prisioneras en sus casas, ya que no podían salir con sus hijos y no tenían con quien compartir los problemas que estaban viviendo, lo que les causaba un fuerte aislamiento”.

     Las Hermanas organizaron a las madres de los diferentes barrios, que comenzaron a conocerse y a reflexionar sobre sus necesidades, siendo éste el embrión de los servicios y programas que actualmente ofrece FE.

     Desde entonces, FE ha atendido en toda Nicaragua a más de 3.000 personas con discapacidad y miembros de su familia, facilitando servicios sociales directos, medios auxiliares para su movimiento (sillas de ruedas) y desarrollo personal de las personas con discapacidad.

     FE, explica Lorena de Rozas, ofrece fisioterapia en el propio centro, donde también existe una piscina para hacer hidroterapia.Como fisioterapeuta pediátrica realizaba tratamiento de rehabilitación a todos los niños que acudían al centro a solicitar apoyo, aunque principalmente me encargaba de ir a todos los domicilios de familias que no podían llevar a los niños a la Fundación”.

     Este programa es el que se desarrolla en colaboración con la Universidad de Gimbernat, comenta De Rozas, “asesoraba a la familia en los cuidados más apropiados para estos niños, como cambios posturales, manejo, posicionamiento, así como realizar terapia”.

     En la mayoría de los casos se trata de familias con pocos recursos económicos y en riesgo de exclusión social, incluso rechazados por algún miembro de su propia familia. Precisamente por esta circunstancia, existen talleres para padres y madres con el objetivo de fomentar el apego a sus hijos. A nivel sanitario no reciben ningún tipo de apoyo, ni para el niño ni para la familia, por lo que su desarrollo es muy precario.

Hipoterapia

     Otra de las terapias que se imparte en FE es la Hipoterapia, una técnica que por medio de los movimientos que realiza el caballo al andar, consigue que los niños mejoren su postura corporal, relajen los músculos, aumenten su autoestima y equilibren su energía (hiperactividad).

 

     FE fue el primer centro en Nicaragua en ofrecer este tipo de terapia apoyado por la Universidad de Gimbernant,  que también dio una beca al fisioterapeuta Gustavo Vallejos para recibir su título de Hipoterapeuta, siendo el único profesional especializado en Nicaragua, durante doce años, que ha dedicado su tiempo para desarrollar este programa innovador y ayudar a más de 500 niños y jóvenes.

     La albaceteña Lorena de Rozas, trabaja actualmente con niños y adultos con diversidad funcional, y tiene claro que repetirá la experiencia de voluntariado. Quizás en otro país, con otro proyecto, pero siempre en aras de mejorar la vida de otras personas gracias a su profesión y su trabajo desinteresado.Un mínimo de ayuda en esos países significa un mundo para ellos, no se necesitan grandes lujos para hacerlos felices. Verlos sonreír supone para tí una gran recompensa”.